- Más allá de su valor productivo, la importancia cultural del aceite de oliva en Andalucía es enorme.
- La comunidad andaluza posee más de 1,67 millones de hectáreas dedicadas al cultivo de más de 200 variedades diferentes de aceituna.
Expansión del aceite de oliva en Andalucía
El aceite de oliva es un bien de suma importancia en Andalucía. Tal es así, que la región sureña es la comunidad que más produce de España que, a su vez, es la primera productora del mundo. El comienzo del cultivo del olivo en Andalucía es, sin embargo, algo difuso en los libros de historia. Si bien se han encontrado restos de hojas que podrían pertenecer a olivos silvestres de hace milenios en la zona de Bolonia (Cádiz), la primera mención a este árbol se da en la Historia Natural del autor latino Plinio el Viejo.
El olivo como árbol es solo una domesticación del acebuche, un pariente salvaje que tiene presencia en la Andalucía antigua según muchos investigadores. La enorme longevidad de este árbol en la región y las variaciones genéticas naturales han acabado por hacer que, en la actualidad, existan más de doscientas variantes de aceituna en la comunidad. Esto provoca que exista un amplio abanico de sabores en cuanto a la aceituna y que atesore trece sellos de Denominación de Origen Protegido.
Aunque Jaén es la provincia con mayor territorio de olivar (más de medio millón de hectáreas) y es referente mundial en cuanto a la producción de aceite, la provincia de Córdoba cuenta con los mismos sellos de calidad, con un total de 4 (Priego, Baena, Adamuz y Lucena). Esto se debe en parte a la importancia de este cultivo en la provincia cordobesa en tiempos de ocupación musulmana.

Importancia cultural arquitectónica del aceite en Andalucía
La importancia cultural del aceite en Andalucía no se ciñe solo a la cantidad de aceitunas en la región. Este cultivo se ha vuelto un auténtico símbolo de la región andaluza y su presencia en el campo es inconfundible para cualquier visitante de la comunidad. Pero, además de en los cultivos, el legado del olivo se nota en la arquitectura regional. Las fábricas, las haciendas o los molinos forman parte del paisaje típico local, manteniéndose muchas con su disposición tradicional durante más de dos siglos.
También destacan las almazaras, que es el nombre que recibe el lugar donde se prensan las aceitunas y se extrae el aceite. Aunque muchas de ellas ya se han modernizado y han adoptado métodos de última generación, todavía quedan algunas excepciones, como la almazara de Las Laerillas, en la localidad de Nigüelas, que es de origen medieval. El avance en las tecnologías en el siglo XIX supuso una remodelación del modelo de negocio aceitero y las almazaras que han dado como resultado los edificios que hoy conocemos.
Junto a las almazaras (edificio andalusí) las edificaciones más comunes en el paisaje andaluz son las haciendas y los cortijos. Estos dos tipos de edificio son propios de la cultura andaluza y fácilmente reconocibles por propios y extraños. Su origen, que data según parece del siglo XVI, combina las funciones de segunda residencia de los terratenientes con el trabajo de producción oleícola. Sus propietarios, se entiende, eran personas de clase alta, como nobles, grandes tenedores de tierra o altos miembros del clero y es común que en ellos viviera el servicio de la casa, compuesto por mujeres y hombres de clase baja que servían a los señores.
El olivo en el arte y la literatura andaluza
La importancia cultural del aceite en Andalucía también se refleja en sus numerosas apariciones en las diferentes disciplinas artísticas. En la pintura, por ejemplo, está ampliamente representado por personajes de la talla de Vincent Van Gogh, que dedicó seis cuadros a este árbol mientras se encontraba en la región francesa de la Provenza. En España, por su parte, según el historiador del arte Rafael López Guzmán, el olivo ha sido “una constante” en el arte debido a sus características formales y su simbolismo.
Grandes artistas españoles como Dalí o Miró también han representado el olivo en sus pinturas. Dentro de los andaluces, destaca su presencia en Picasso, que aprendió a valorar y describir la ruralidad en sus pinturas durante su etapa en la localidad tarraconense de Horta de Sant Joan. Es aquí donde comienza a emprender su viaje en la pintura, esbozando a lápiz el entorno que le rodea, del que, inevitablemente, forman parte los olivos. . Posteriormente, el malagueño también inmortalizó la rama de olivo en el pico de su Paloma de la paz, basada a su vez en el relató bíblico del arca de Noé.
Son muchos los autores que han descrito el olivar andaluz en su literatura. Entre ellos destacan grandes poetas como Federico García Lorca o Antonio Machado, que señalaron el olivo en sus escritos virtudes como la sencillez o la hospitalidad de su sombra, así como su importancia para el paisaje nacional y, más concretamente, el típico andaluz. Sin embargo, tal vez la más conocida mención al olivo andaluz de la literatura fue realizada por un poeta alicantino, Miguel Hernández. Este fue el autor de Aceituneros, una obra de tal significado e importancia cultural en Andalucía que es reconocida oficialmente como el himno de la provincia de Jaén.